viernes, 21 de noviembre de 2008

LA ACTIVISTA

Nacida bajo el nombre de Rosa Louise McCailey, Rosa Parks (4 de febrero de 1913 - 24 de octubre de 2005) fue una figura importante del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos, principalmente por haberse negado a ceder el asiento a un blanco y moverse a la parte de atrás del autobús como dictaba la ley de la época (1955) en el sur de los Estados Unidos. La acción concluyó con su encarcelamiento y se cita frecuentemente como la chispa del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos.
Parks nació en Tuskegee y trabajó como costurera durante la mayor parte de su vida. En 1950, Parks se unió al movimiento estadounidense de derechos civiles y se empleó como secretaria en la organización rama de la Asociación Nacional para el Avance del Pueblo de Color (National Association for the Advancement of Colored People), NAACP en Montgomery (Alabama). También asistió a la Highlander Folk School, un centro educativo que promovía los derechos de los obreros y la igualdad racial.
El
1 de diciembre de 1955, en Montgomery, Parks se negó a obedecer al chófer de un autobús público, el cual quería obligarla a ceder su asiento a una persona de raza blanca. Fue encarcelada por su conducta, acusada de haber perturbado el orden.
En respuesta al encarcelamiento de Rosa,
Martin Luther King, un pastor bautista relativamente desconocido en ese tiempo, condujo la protesta a los autobuses públicos de Montgomery, en los que colaboró la también activista y amiga de la infancia de Rosa Parks Johnnie Carr, lo que hizo necesario que la autoridad del transporte público terminara la práctica de segregación racial en los autobuses. Este suceso inició más protestas contra la segregación.
Mientras tanto, en 1956, el caso de Parks llegó finalmente a la
Corte Suprema de los Estados Unidos (la cúspide del poder judicial estadounidense) que declaró que la segregación en el transporte estaba en contra de la constitución estadounidense.
Parks se convirtió en un icono del
movimiento de derechos civiles. Se mudó a Detroit (Michigan) a principios de la década de 1960 donde consiguió empleo del representante afroamericano John Conyers (demócrata, Michigan) desde 1965 hasta 1988


martes, 11 de noviembre de 2008

LA AVIADORA


En una sociedad donde la mitad de la humanidad es confinada a ocupar un lugar que limita su libre tránsito, Amelia Earhart no sólo rompió el espacio privado, sino que se atrevió a cruzar el cielo.
Amelia Mary Earhart nació en Atchison, Kansas, en 1897. Fue la primogénita de una familia con solvencia económica; su padre era abogado, y su abuelo materno, una de las personas más influyentes del estado de Kansas.
Debido a la posición económica de su familia, Amelia tuvo una buena educación en un colegio privado. Como tampoco es oro todo lo que reluce, la situación que en un principio era buena se fue torciendo: su padre fracasó como abogado privado y encontró un nuevo trabajo en una compañía de ferrocarriles.
Este hecho, sumado al alcoholismo paterno, hicieron que la madre de Amelia optara por la separación y, aunque la situación económica no era muy buena, decidió que la educación era importante para sus dos niñas, Amelia y Muriel -dos años más pequeña- y siguió sufragando los gastos de los colegios privados.
En 1917, con 20 años Amelia decidió convertirse en enfermera voluntaria y de esta forma ayudar a los soldados heridos durante la Primera Guerra Mundial. Una vez terminada la guerra ingresó en la Universidad de Columbia para intentar estudiar medicina, pero desistió.
Ese mismo año la mordió por primera vez la sensación de libertad al asistir a una exhibición aérea en Daugherty, Long Beach. Ahí empezaría a fraguar su leyenda y a cumplir uno de sus sueños de niña: subir a un aeroplano.
Esta pasión la llevó a tomar clases de vuelo y comprar su primer avión, un Kinner al que apodó el canario; sus inicios, como en casi todas las cosas que nos dedicamos a lo largo de la vida, estuvieron salpicados de accidentes.
En 1922, a los 25 años, Amelia ya era una experta de la aviación. Aunque todavía era muy joven, empezó a batir marcas: fue la primera mujer en establecer un récord de altitud (unos 14 mil pies), aunque poco más tarde sería superado. Al mismo tiempo desempeñó varios puestos como trabajadora social y administrativa en 1925. Finalmente, se unió a la división aeronáutica de Boston y empezó a ser muy popular debido a los constantes reportajes que se hacían sobre ella y sus vuelos en los periódicos.
A los 29 años le propusieron ser la primera mujer en cruzar el Atlántico; aunque este vuelo le dio mucho prestigio, ella decía que no tenía ningún mérito, ya que sólo iba de pasajera y no dirigía el avión.
Sus ganas de superarse la hicieron surcar sola los aires de Estados Unidos, desde el Atlántico hasta el Pacífico, en 1928. Posteriormente inició una serie de conferencias y publicaciones casi siempre referidos a su travesía por el Atlántico.
Detrás de una gran mujer hay un buen hombre para animarle; él no era otro que George Palmer Puttman, editor de Nueva York y uno de los promotores de su primer vuelo transoceánico. Con él se casaría en 1931.
Y llegó el día en que por fin se cumpliría el sueño de Amelia: surcar el océano, sola, en un Lockheed Vega. Nadie había tenido éxito en esta trepidante aventura desde el archifamoso aviador Charles Augustus Lindbergh, primer piloto en cruzar el Atlántico sin escalas. En aquella época un viaje de este tipo era muy duro, pues eran muchas horas de vuelo.
Amelia se había preparado para batir muchos récords gracias a esta hazaña: fue primera mujer en volar sola en el Atlántico y la única persona en cruzarlo dos veces; se le debe la distancia más larga jamás recorrida por una mujer y el haber cruzado el océano en menos tiempo que nadie: 13 horas 30 minutos. En Estados Unidos, desde aquel día se le conocería como Lady Lindy.
Pero Amelia ambicionaba más; era tal el amor que sentía por el cielo y por mirar el mundo a vista de pájaro que siguió poniéndose retos y consiguiéndolos, como el de la ruta Hawai- California. Era importante para ella contar sus vivencias y su experiencia en los viajes, por lo que siguió dando conferencias y promoviendo la aviación entre las mujeres.
Amelia después de tantos éxitos, deseaba dar la vuelta al mundo en un Lockheed Electra 10 E, siguiendo más o menos el Ecuador. Nadie en la historia aeronáutica, hasta aquellos momentos, había afrontado empresa tan complicada. Ella requería a un navegante experimentado y optó por Fredrick J. Noonan, un gran conocedor del Océano Pacífico. Sin embargo tuvieron un pequeño accidente que provocó un retraso y, por lo tanto, un cambio de planes. La nueva ruta sería de Oeste a Este; salieron de Florida, haciendo escalas en Puerto Rico, África, India y Nueva Guinea.
Amelia Earhart murió en 1937 después de recorrer 41 mil kilómetros sobre el Pacífico. A una distancia de 12 mil 500 pies antes de avistar tierra americana, su avión Electra desapareció y jamás fue encontrado, pese a la gran búsqueda organizada por la armada norteamericana. Así, nos heredó el arrojo para romper con el espacio privado y con lo establecido y atreverse a soñar despierta con un solo límite: el cielo.

lunes, 10 de noviembre de 2008

LA PSICOANALISTA



La primer travesura de Lou Andreas Salome, a principios de 1882, consistió en escapar a Suiza junto con su novio, el filósofo Paul Ree, quien previamente solicitó a su amigo Nietzsche les diera asilo a cambio de un menage a tröis intelectual (la única clase de intercambio que ella aceptaría.) La joven cuenta 20 años, huye de una madre dominante que se opone terminantemente a sus aspiraciones, y Nietzsche, al conocerlo, le cae tan mal como ella a él, aunque no pasaría mucho tiempo antes que a Ree se le expulse del trío. Pero no quisiera hacer demasiado hincapié en como Nietzsche propuso matrimonio a Lou, declinando ella la oferta, ni como Ree se suicidó por ella arrojándose de un puente; ni como su belleza, a la medida de su genio –para los idiotas que insisten en decir que una cosa no puede acompañar a otra- la colocó en esta misma encrucijada muchas otras veces: Lou Andreas Salome, injustamente, ha pasado a la posteridad como musa prolífica, de la que se decía que “cada hombre que la conoce, nueve meses después pare un libro” -entre ellos Así habla Zaratrusta-, digo injustamente porque estaba a la altura de cualquiera de los genios que la adoraron.
Escribió unos veinte libros, cientos de ensayos, artículos para revistas –incluyendo la famosa Imago-, casi todos versados en el tópico que más le interesaba: el psicoanálisis, encaminándolo por el eros femenino, tema vedado para las mujeres de su tiempo. Adoptó una dialéctica imposible, inherente en la danza del amor y la vida y el hecho de que muchos hombres influyentes se enamoraran de ella, es secundario: fue una mujer intelectual, autodirigida y plenamente realizada en todos los aspectos, excepto la maternidad. Nació en 1861 en San Petersburgo, fecha en que el zar Alejandro II abolió el yugo feudal y terminó en el plano legal con la servidumbre del campesinado ruso. Hija de un militar, se sintió atraída desde niña por la historia de las religiones y del arte, por la filosofía y por la literatura clásica, adquiriendo amplio conocimiento de la cultura europea.Al trasladarse a los 19 años a Zurich su inquietud intelectual la puso en la órbita del teólogo alemán Biedermann y también en la del historiador del arte Gottfried Kinkel, al que dedicó su poema Oración a la vida, que impresionara a Nietzsche y más tarde a Freud. Su apellido lo toma de Friedreich Carl Andreas, catedrático en lenguas orientales con quien se casa a los 26 años -y él 41-, luego que él ha tratado de suicidarse tres veces por ella. Cuando menciono el apellido no se trata de mera retórica pues aquel matrimonio nunca se consumó por disposición de la propia Lou, que abrazaba su libertad como si se tratara de la más valiosa reliquia.
El matrimonio con Andreas le aporta el conocimiento de las tradiciones orientales tanto en la medicina como a las creencias espirituales; de las distintas técnicas de yoga hindúes, de la hipnosis y de tradiciones filosóficas como la persa, al grado de llegar a ser conocida como 'Bruja de Hamberg'. El encuentro, en septiembre de 1911, con la Asociación Psicoanalítica de Sigmund Freud, representará el principio de otra etapa importante para Lou quien ya había despertado grandes expectativas con la publicación de su ensayo El erotismo.Como prueba de su admiración intelectual Sigmund Freud regaló a Lou uno de los anillos que encargaba para sus más distinguidos discípulos, aceptándola como única mujer en el círculo restringido de la Sociedad Psicoanalítica de Viena. La amistad que nació entre ambos llevó al célebre psicoanalista a ayudar económicamente a Lou en un momento en el que la familia de esta había entrado en bancarrota a raíz del ascenso de los bolcheviques en Rusia Lou y Friedrich permanecieron 43 años juntos, con ella viviendo plenamente su independencia tanto en el plano intelectual como en el de sus aventuras sentimentales. Prueba de ello es la relación pasional que mantuvo con Rainer Maria Rilke, con quien compartió una íntima afinidad que, con el tiempo, acabaría por convertirse en una amistad que duraría hasta su muerte y dio por fruto un nutrido epistolario y un estudio biográfico. Lou murió en la ciudad alemana de Göttingen el 5 de febrero de 1937, legando a la posteridad una extensa obra cuya recepción crítica sin embargo estaría siempre limitada para esta mujer que, ya a los 19 años, había dejado escrito: 'No puedo ni vivir conforme a ejemplos, ni voy a representar jamás un ejemplo para nadie, pero en cambio voy a darle forma a mi propia vida de acuerdo conmigo misma, eso sí lo voy a hacer, pase lo que pase.

viernes, 7 de noviembre de 2008

LA SUICIDA


El día 28 de marzo de 1941, por la mañana, a los cincuenta y nueve años de edad, la escritora Virginia Woolf se ahogó voluntariamente en el río Ouse, cerca de su casa de Sussex. Era un día frío y luminoso. Había dejado dos cartas, una para su hermana Vanessa Bell y otra para su marido Leonard Woolf, las dos personas más importantes de su vida. El texto que acabo de transcribir, sintiendo un inmenso pudor y, al tiempo, la inconmensurable admiración que no dejaré de sentir jamás por esta mujer, es la nota que dejó para su marido.
"Querido:Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo. Creo que no puedo pasar por otra de esas espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme. Empiezo a oír voces y no puedo concentrarme. Así que estoy haciendo lo que me parece mejor. Me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todos los aspectos todo lo que se puede ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices hasta que esta terrible enfermedad apareció. No puedo luchar más. Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y sé que lo harás. Verás que ni siquiera puedo escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte que… Todo el mundo lo sabe. Si alguien pudiera haberme salvado, habrías sido tú. No me queda nada excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que lo hemos sido nosotros.
V."
Eran las once y media aproximadamente y caminó hasta el río apoyándose en su bastón. Al parecer ya lo había intentado anteriormente ya que unos días antes había regresado a casa con la ropa y el cuerpo completamente empapados, después de uno de sus paseos. En aquella ocasión dijo que se había caído, pero seguramente aquel fracaso le sirvió para descubrir que lo que debía hacer era meter una piedra pesada en los bolsillos de su abrigo. Así no volvería a fallar. Y eso fue lo que hizo
Mi segunda mujer de agua y llanto

miércoles, 5 de noviembre de 2008

LA MONJA


(Juana Inés de Asbaje y Ramírez; San Miguel de Nepantla, actual México, 1651 - Ciudad de México, id., 1695) Escritora mexicana. Fue la mayor figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII. Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió su primera loa. Admirada por su talento y precocidad, a los catorce fue dama de honor de Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo. Apadrinada por los marqueses de Mancera, brilló en la corte virreinal de Nueva España por su erudición y habilidad versificadora.
Pese a la fama de que gozaba, en 1667 ingresó en un convento de las carmelitas descalzas de México y permaneció en él cuatro meses, al cabo de los cuales lo abandonó por problemas de salud. Dos años más tarde entró en un convento de la Orden de San Jerónimo, esta vez definitivamente. Dada su escasa vocación religiosa, parece que sor Juana Inés de la Cruz prefirió el convento al matrimonio para seguir gozando de sus aficiones intelectuales: «Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros», escribió.
Lo de arriba es puro "wikipedia".
Ella es la primera en mi lista por que siempre me pareció un personaje excepcional, lleno de fuerza, sabia su decisión de ser monja y evitar así las responsabilidades y pesos de una mujer. Recomendable ver la película "Yo la peor de todas" que narra la historia de juana, causa mucha gracia cuando a la tipa la someten a una especie de comisión estilo prueba de CI, compuesto por puros hombres (¿ya?) y juana responde a todo muy segura mientras los tipos juran que hay que encerrarla por posesión demoniaca (o algo asì).
Mi primera mujer de fuego.... Sor Juana

CAMBIO DE RUBRO

He decidido que esta sección tiene que hacer honor a su nombre, así que lo próximo solamente mujeres malditas, mujeres que jugaron y ganaron.... son mis preferidas

martes, 4 de noviembre de 2008

MALDICION DE BARES DE COPAS II

Quería esa venganza, la necesitaba.
Tu abrazo y esas fuerzas destructoras que te hacen decir que no hay nada entre tu y yo. Mensajes. Celulares sonando al amanecer, una caminata hacia el fin.
Tu sabes que a veces necesitamos amar
Yo voy de viaje y tu regresas
yo peleo, tú me ignoras
pero sin saber como ni cuando nos encontramos juntos
bajo las mismas condiciones, en tu cama, con tu ropa...